




Freud era un tipo muy culto, además de muy inteligente, y supo vincular su deseo de buscar en la psiquis de las personas los contenidos más ocultos, con su admiración por la arqueología. Uno es mucho más humilde, mucho menos culta, y mucho menos inteligente, pero se deleita también encontrando ocultos tesoros, hoy fue el turno de un cambalache, al mejor decir de Discépolo en la organización Emaus.
Encontramos unos topes para libros antiguos muy lindos, la tapa de una cafetera celeste de Olmos (fábrica de cerámicas tradicional en Uruguay que cerró sus puertas hace un tiempo) que me faltaba, un ganchero que en este momento luce su original diseño de strawberries, pero que no quedará así después de pasar por mis manos, y por último unas cajas de fósforos antiguas y realmente muy originales, algunas de compañías aéreas (mi familia está vinculada a la aviación por trabajo y por vocación) y otras llamativas por sus mensajes. No pudimos resistir la tentación de traer algunas, que hasta con fósforos vienen... también traje una cartera usada para probar si puedo pintarla, ya saben que estoy encantada con esto de pintar carteras. Hasta ahora sólo he pintado camisetas, que quedaron bastante bien, veremos si las carteras no se me resisten, ya les mostraré.
Hola Silvia!! Qué lindo es encontrar cosas...tesoros ocultos? Se da cuando uno las está buscando, nada es casualidad. Mirá, a Freud lo tengo entre ceja y ceja, mejor no escuchar de él. Prefiero a los artistas. Me dejás con la intriga de las carteras!!
ResponderEliminarTe felicito por los hallazgos!
Saludos, Laura.